Descubramos juntos cuáles son las diferencias reales entre una moto eléctrica y una moto clásica con motor térmico
El mundo de la movilidad eléctrica está evolucionando muy rápidamente y de diversas formas: empezando por los coches eléctricos -que poco a poco van invadiendo nuestras ciudades-, pasando por vehículos más ligeros como las bicicletas de pedaleo asistido o los escúteres eléctricos (que ya han experimentado una gran difusión), y llegando a las motos y escúteres eléctricos, con modelos que poco a poco van ganando mercado y presencia en las carreteras. Mientras que los escúteres eléctricos se ven favorecidos en su difusión por un precio más competitivo y menores exigencias de los compradores, las motocicletas siguen luchando debido a varios factores. Descubramos juntos cuáles son las diferencias reales entre una moto eléctrica y una clásica con motor térmico, para entender mejor qué necesidades pueden satisfacer estas nuevas tecnologías.
Suministro
Una moto propulsada por un motor eléctrico tiene un suministro muy potente y lineal a medida que sube de revoluciones, con un par constante a todas las revoluciones, lo que proporciona al piloto una sensación de velocidad que no se puede reproducir en un motor de combustión interna (este último solo es capaz de suministrar el par máximo a determinadas revoluciones): la cifra de par técnico casi siempre está a favor del eléctrico, sobre todo cuando se habla de modelos de altas prestaciones capaces de esprintar de 0 a 100 km/h en menos de 3 segundos.
Comodidad de uso
Las motos eléctricas de altas prestaciones son más amables con el piloto de lo que podrían serlo sus homólogas térmicas: están diseñadas para ser fáciles de usar y no poner nunca en dificultades al piloto, gracias al uso de tecnologías de alta gama, como el ABS en curva y diferentes niveles de control de tracción. Esto, combinado con la ausencia de embrague y caja de cambios, hace que el uso de estos vehículos sea muy sencillo e intuitivo. Además, y esto no debe pasarse por alto en absoluto, las motos eléctricas no se calientan, a diferencia de las motos con motor térmico, lo que permite al motorista utilizarlas incluso en verano en el tráfico urbano, sin la molestia de sentarse sobre una calefacción encendida.
Mantenimiento
Los mecánicos caseros se horrorizarán ante la idea de una moto que no necesite dos cambios de aceite al año, pero eso es lo bueno de las motos eléctricas: el mantenimiento es bajo y consiste casi exclusivamente en consumibles como pastillas de freno, neumáticos o elementos de transmisión. Todo esto se traduce inevitablemente en un coste de propiedad de la moto mucho menor a largo plazo.
Emisiones
Aunque las emisiones de las motos son solo una pequeña parte de lo que se libera a la atmósfera, eliminar estos gases nocivos del aire que respiramos en nuestras ciudades solo puede ser una ventaja, hasta que la electricidad utilizada para recargar las baterías también proceda de fuentes limpias, sin emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Es un pequeño primer paso, pero por algo hay que empezar..
Tecnología
Las motos eléctricas suelen ser un pequeño concentrado de tecnología punta: además del ya mencionado control de tracción y el ABS en curva, las motos eléctricas suelen ofrecer otras funciones útiles como el control de crucero -muy conveniente en autopista, ya que permite una posición de conducción más relajada y menos cansada- o marchas específicas para maniobrar en espacios reducidos, como la marcha atrás o una primera velocidad más baja. Los fabricantes buscan constantemente nuevas soluciones tecnológicas para integrar en sus motos, y también trabajan duro en el aspecto técnico para reducir al máximo el peso y el volumen de las motos.
Ahorro
Además del ahorro generado por la reducción del mantenimiento, una moto eléctrica también te ahorrará dinero a la hora de repostar: recargar las baterías solo requiere una noche y un enchufe en casa, y cuesta bastante menos que repostar en el surtidor. Dependiendo del tipo de moto que se considere, también es posible que una moto eléctrica tenga una autonomía mayor que una moto térmica, aunque hasta la fecha el tiempo necesario para la recarga -incluso con estaciones de recarga rápida- es abrumadoramente favorable al motor de combustión interna. Planificar un viaje teniendo en cuenta las estaciones de recarga no es para todos, pero gracias a las diferentes aplicaciones de ayuda, como la de Be Charge, es totalmente viable conseguir recargar durante las paradas para comer.
Los aspectos negativos
Puede que algunos de los aspectos negativos ya se hayan mencionado como positivos a lo largo del artículo, porque somos conscientes de que los motoristas no son todos iguales y las necesidades o gustos pueden variar. Hemos hablado de facilidad de conducción, de motos que no ponen en dificultades al piloto gracias al apoyo de tecnologías integradas: estos aspectos se traducen directamente en el estilo de conducción y en las sensaciones que nos transmite la moto, y muchos motoristas afirman que no pueden prescindir del ruido procedente del escape, que en las motos eléctricas se sustituye por el típico silbido que emite el motor eléctrico y el ruido del rozamiento de los neumáticos sobre el asfalto. La ausencia de la caja de cambios puede llegar a ser tediosa en algunas situaciones en las que, en cambio, jugar con las marchas y la fuerza del motor haría aún más divertida la conducción.. En el tráfico, la ausencia de caja de cambios no es mala, al contrario, las motos eléctricas se llevan sin esfuerzo y acostumbrarse a la conducción monomarcha es realmente fácil, pero superando puertos de montaña -sí, con ciertas motos con una autonomía especialmente alta se pueden hacer recorridos de montaña sin dificultad- la ausencia de la caja de cambios mecánica se deja notar de forma negativa, haciendo la conducción demasiado plana. La autonomía puede no ser suficiente, y la planificación del viaje puede no bastar para cubrir esta carencia. La recarga de las baterías también puede realizarse con el conector de tipo 2, y el cable no siempre estará disponible en la estación de carga, lo que obliga al motorista a llevar consigo su propio cable en caso de necesidad de recarga. Por último, el precio: no tiene sentido esconder la cabeza debajo del ala, hasta la fecha las motos eléctricas siguen siendo un lujo que pocos pueden permitirse debido a unos precios de catálogo especialmente elevados. No es de extrañar, después de todo, el inicio del desarrollo de este tipo de motos se remonta a hace poco más de diez años y ya estamos viendo los primeros ejemplos de motos eléctricas de bajo coste. Es solo cuestión de tiempo que los precios bajen y se vuelvan más atractivos para muchos más motoristas: puede que no sean los mismos que conducen motos térmicas hoy en día, pero seguro que aparecerán otros nuevos. En colaboración con: