En los vehículos eléctricos, incluidos los híbridos, el frenado regenerativo desempeña un papel muy importante. De hecho, es un sistema de «recuperación de energía» que transforma en energía eléctrica la energía cinética del coche que el sistema de frenado perdería en forma de calor. La energía eléctrica producida se utiliza para recargar la batería. El frenado normal, explicado de forma muy sencilla, utiliza la fricción, con las pinzas de freno presionando los discos. Este proceso genera así energía cinética que se pierde.
Los coches eléctricos, en cambio, son mucho más eficientes en este sentido y, gracias al frenado regenerativo, pueden recuperar energía para recargar las baterías y alargar así la autonomía. Se trata de una característica sumamente cómoda y útil. Piensa, por ejemplo, en la conducción urbana, donde las paradas y arranques son muy frecuentes. En esta situación, un vehículo eléctrico puede recuperar mucha energía al tiempo que reduce drásticamente el consumo.
La recuperación de energía también puede ser muy útil en los descensos largos en montaña, donde es posible recuperar gran parte de la energía consumida durante el ascenso. En los coches eléctricos modernos, el frenado regenerativo puede ajustarse para aumentar o disminuir su eficacia en función de la situación de conducción.
Por ejemplo, puede ajustarse al máximo en ciudad o cuesta abajo, o al mínimo en tramos largos de suburbana/autopista en los que es preferible que el coche funcione lo más suavemente posible. Pero hablaremos de esta posibilidad más adelante.
¿Cómo funciona exactamente la recuperación de energía?
Sin entrar en demasiados tecnicismos, la recuperación de energía se consigue invirtiendo el funcionamiento del motor eléctrico. Durante la conducción, la cadena cinemática utiliza la energía contenida en la batería para mover las ruedas. Sin embargo, al soltarse o durante el frenado, el motor actúa como generador, convirtiendo en energía eléctrica parte de la energía cinética que se perdería en forma de calor.
Hay dos componentes básicos en el motor eléctrico, que son el estator y el rotor. El estator es la parte fija y se caracteriza por la presencia de una especie de bastidor sobre el que se enrollan los cables, dentro de los cuales circula la corriente eléctrica. Esto crea un campo magnético que se mueve en el sentido de la rotación.
A continuación pasamos al rotor, que es la parte móvil. Se coloca dentro del estator y también tiene cables o imanes que crean un campo magnético. La interacción entre los dos campos magnéticos provoca el movimiento del rotor que, al estar conectado a la transmisión, proporciona el par necesario para hacer girar las ruedas.
Al frenar o reducir la velocidad, el motor eléctrico funciona a la inversa, convirtiéndose en una especie de generador. De esta manera produce energía, en vez de consumirla. La corriente producida, como se ha dicho, se utiliza entonces para recargar el acumulador.
El frenado regenerativo no solo recarga la batería, sino que también ralentiza el coche.
Ventajas del frenado regenerativo
La posibilidad de recargar la batería es solo una de las ventajas del frenado regenerativo. El hecho de que también reduzca la velocidad del coche hace que la conducción sea mucho más cómoda. En algunos modelos, la intensidad de la recuperación es tan elevada que basta con levantar el pie del acelerador para que el coche se detenga. Obviamente, el frenado regenerativo aún no puede sustituir al frenado tradicional, pero una vez tomadas las medidas, puede utilizarse para la mayoría de las deceleraciones más «tranquilas» (salidas de autopista, señales de stop, semáforos en rojo…).
Obviamente, al utilizar menos los frenos convencionales, también se desgastarán menos. Las pastillas, en particular, pueden durar bastante más que en un coche endotérmico convencional.
Como ya se ha mencionado, en algunos modelos es posible «jugar» con el nivel de frenado regenerativo actuando en los mandos correspondientes (con frecuencia las pastillas detrás del volante). De este modo, además de poder gestionar la intensidad de la recuperación de energía, también se puede modificar la «fuerza» con la que el coche frena.
Por tanto, utilizar correctamente la recuperación de energía puede mejorar la autonomía de un coche eléctrico. Hay que tener en cuenta que si la batería está cargada al 100 % o si el acumulador no ha alcanzado la temperatura de funcionamiento correcta (ocurre especialmente en invierno), la eficacia del frenado regenerativo puede verse reducida. Este es un detalle muy importante que conviene recordar aunque, con el tiempo, uno puede aprender fácilmente a gestionarlo en todas las condiciones de uso.